La pandemia oculta: resistencia a antimicrobianos. Ley y desafíos

  • Pablo Scapellato
  • Wanda Cornistein
Palabras clave: resistencia antimicrobianos, días de internación, alto costo, complicacciones

Resumen

La pandemia de COVID-19 produjo, entre tantas otras sus consecuencias, un marcado incremento en la frecuencia de infecciones asociadas al cuidado de la salud (IACS), del mismo modo en que la resistencia a los antimicrobianos (RAM) se ha visto acelerada a niveles insospechados (1, 2).    

El problema, de trascendencia global, impacta con fuerza en la Argentina, donde algunas estimaciones indican que durante 2021 se alcanzaron tasas de RAM que especulábamos posibles recién hacia 2029 (2). Por otro lado, un estudio argentino reciente, efectuado sobre 466 cepas de bacilos gramnegativos resistentes a carbapenemes aislados de hemocultivos (K. pneumoniae 53%, A. baumanii 25%), mostró una mortalidad asociada a los episodios del 50%. El 25% de estas bacteriemias había recibido un tratamiento empírico inicial inadecuado, así como también se mostró que las metalo-β-lactamasas emergían como mecanismo de resistencia preocupante (3).

Esto muestra la magnitud del problema, su crecimiento inusitado y las consecuencias en la salud humana, en términos de morbilidad y mortalidad. A su vez, este incremento implica un aumento del uso de antimicrobianos de alto costo, días de internación y complicaciones que redundan en el impacto económico que el fenómeno RAM tiene en el mundo.

Hace pocas semanas, la Argentina sancionó la Ley 27.680 de Prevención y Control de Resistencia a los Antimicrobianos (4). Esta ley, la primera en la materia, llena un vacío que nuestro país tenía con su salud pública.

El antecedente regulatorio más cercano que puede observarse respecto a la prescripción y dispensa de antibióticos nos remonta a la Resolución Ministerial 3835, de 1969. Pasaron más de 50 años desde entonces. La organización federal de nuestro país permitió que la regulación fuera desigualmente aplicada y finalmente los controles se fueron esfumando en muchas jurisdicciones. Por otro lado, en las mismas cinco décadas la sociedad ha sufrido cambios enormes, sus procesos comerciales se han modificado, la publicidad ha ingresado en el ámbito de la industria farmacéutica con una gran potencia, al tiempo en que —como dijimos antes— el problema de la RAM se ha tornado acuciante y de una complejidad que no se tuvo presente sino hasta fines de los años 90.

En 2014, el Ministerio de Salud de la Argentina, junto a otros organismos, instituciones y sociedades científicas como SADI, inició una estrategia nacional para el control de la RAM (5). Del mismo modo, existieron gestos regulatorios locales en algunas provincias y municipios, así como también esfuerzos particulares como aquellos vinculados a la ganadería y al uso de algunos antimicrobianos en sus prácticas. Estas acciones son coordinadas por la Comisión Nacional Contra la Resistencia (CONACRA), que intenta llevar a cabo el programa más allá de los vaivenes políticos temporales y las políticas cambiantes.

La Ley 27.680 pone un marco normativo a las siguientes situaciones:

  • venta de antimicrobianos sistémicos bajo receta archivada,
  • prohibición de la publicidad de medicamentos que contengan antimicrobianos,
  • adecuación de las presentaciones farmacéuticas a las dosis y tiempos de tratamiento usuales,
  • eliminación del uso antimicrobianos como promotores del crecimiento en ganadería,
  • fortalecimiento de la vigilancia de la resistencia antimicrobiana a nivel nacional,
  • promoción de la implementación de programas de control de infecciones en todas las instituciones de salud, con vigilancia de las IACS,
  • concientización, promoción y educación sobre el impacto de las IACS y de la RAM en la salud humana, animal y ambiental,
  • promoción de la investigación y el desarrollo de nuevos medicamentos con actividad antimicrobiana así como de métodos rápidos y eficientes para el diagnóstico microbiológico.

En su artículo 2, la ley declara “de interés público nacional la prevención y el control de la resistencia a los antimicrobianos”, dando de este modo un marco nacional que limita la posibilidad de que las jurisdicciones provinciales se aparten de su cumplimiento. Fue sancionada en un trámite parlamentario en el que se obtuvo una casi unanimidad en ambas cámaras, luego de varios años de trabajo conjunto de legisladores, organismos como SENASA[1], Anlis-Malbrán[2] e INE[3] y asociaciones científicas como SADI, ADECI[4] y SATI[5].

La ley no es suficiente, pero resulta necesaria.

Hay por delante un futuro de reglamentación y ejecución, trabajoso y arduo, en el que la aplicación de cada punto encontrará su forma. Debemos trabajar en la educación en todos los niveles como instrumento fundamental del cambio: la problemática debe ser abordada desde los niveles iniciales de la educación formal y debe ser incluida en las agendas de la sociedad toda, del mismo modo que problemas como la crisis energética, el calentamiento global o las catástrofes ecológicas son reconocidos como temas centrales para un futuro que llegó hace rato.

Resulta necesario señalar que tanto las prácticas de prevención y control de infecciones como el uso responsable de los antimicrobianos podría enlentecer la emergencia y diseminación de RAM y, por ende, salvar vidas. En ese sentido, en los hospitales debemos centrarnos en mejorar nuestras prácticas de higiene de manos, higiene hospitalaria y optimización del uso de antimicrobianos, medidas que según un informe del Overseas Cooperative Development Council (OCDC) reducirían el 85% de la carga de resistencia antimicrobiana (6).

Hacia fines de los años 30, Ortega y Gasset pronunciaba, en una conferencia en Buenos Aires, su célebre frase “¡argentinos, a las cosas!” que luego aparecería en su libro Meditación del pueblo joven. El filósofo alentaba a los argentinos a “dejarse de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos…” y nos interpelaba: “No presumen ustedes el brinco magnífico que dará este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas directamente y sin más…”.

En épocas de crisis, frecuentemente la dirigencia prioriza sus esfuerzos hacia el abordaje de las situaciones coyunturales; en esta oportunidad la dirigencia se concentró en un tema central que excede el corto plazo y sus esfuerzos tuvieron forma de una ley que reclamábamos y celebramos. Debemos alegrarnos, del mismo modo en que debemos ser conscientes de que la tarea recién comenzó.

 

[1] Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria.

[2] Administración Nacional de Laboratorios e Insititutos de Salud.

[3] Instituto Nacional de Epidemiología.

[4] Asociación Argentina de Enfermeros en Control de Infecciones.

[5] Sociedad Argentina de Terapia Intensiva.

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Biografía del autor/a

Pablo Scapellato

Jefe de la Unidad Infectología del Hospital D. F. Santojanni, CABA, Argentina.

Coordinador del Grupo Resistencia Antimicrobiana de la Sociedad Argentina de Infectología.

Wanda Cornistein

Jefa del Servicio de Prevención y Control de Infecciones del Hospital Universitario Austral, Pilar, Buenos Aires, Argentina.

Coordinadora del Grupo Resistencia Antimicrobiana de la Sociedad Argentina de Infectología.

ASEI 110 - WC y PS
Publicado
2022-12-06
Cómo citar
Scapellato, P., & Cornistein, W. (2022). La pandemia oculta: resistencia a antimicrobianos. Ley y desafíos. Actualizaciones En Sida E Infectología, 30(110). https://doi.org/10.52226/revista.v30i110.147